Por Valeska Concha C.[1]
La efervescencia alcanzada por el movimiento secundario en el año 2006 (el “pingüinazo”), se basó fundamentalmente en la “creación de conciencia” de los estudiantes: una especie de despertar a la realidad, y comenzar a preguntarse el porqué de nuestro sistema educativo. Éste no es para nosotros un problema superficial, y durante el año pasado muchos de nosotros llegamos a comprender que, más bien, es un problema de base, llámese LOCE o llámese como se le quiera llamar. El punto en cuestión es que sin este despertar, nunca hubiese existido la idea de replantearse problemáticas básicas de la educación chilena. Ahora la gran pregunta es ¿somos realmente un movimiento?
Si bien es cierto, las movilizaciones y demandas del movimiento secundario buscaron un bien común, en este caso, mejorar la calidad de la educación chilena para todos y todas. Sin embargo, ¿cuánt@s estudiantes estaban al tanto de las problemáticas por las cuales se movilizaban? Nos molesta escuchar cuando se dice que para muchos de nuestros compañeros nuestro movimiento fue una “moda”, pero también debemos pensar porqué hay gente que piensa eso. No es lo mismo crear conciencia, que ser conciente de los problemas que se generan y cómo nos afectan. ¿Cómo puedo saber yo las carencias de mi compañero si no conozco su realidad? Para poder mejorar en algo esta situación, debemos ser empáticos, ser capaces de ponernos en la realidad de cada una y cada uno de los miembros que componen este “movimiento”.
En el contexto de la Escuela Alternativa, Luis Bustos, profesor de educación popular de la Universidad Bolivariana, nos dijo: “no hay docencia, sin disencia”. No podemos pensar que como dirigentes o voceros, o siquiera por ser estudiantes, ya conocemos lo que pasa. No podemos ser tan individualistas, y pensar que todos tienen los mismos problemas que YO. Es más, en un momento de las movilizaciones, planteamos luchar por una mejor prueba SIMCE, pero ahora sabemos que no se puede medir en forma igualitaria a nuestros compañeros, que provienen y tienen realidades socioeconómicas distintas. Nosotros – como movimiento - caímos en el mismo error: a pesar de que todos tenemos “conciencia de los problemas”, lamentablemente somos seres individualistas, que velamos por nuestros intereses personales, más que por el bien común, e imponemos nuestras visiones en vez de tratar de mirar las cosas como las ven los demás. Para volver a ser movimiento, es nuestro desafío ahora pensar en nuevas formas de sensibilizar a nuestros compañeros, pero principalmente oyéndonos entre todos.
[1] Valeska es miembra de la Comisión Política de la Coordinadora Secundaria Zonal Poniente.
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