Y hablemos ahora de pacifismo y no violencia. Partamos de la base que la ministra acepta una pequeña digresión a la ciudadanía – algo así como el pecado original- el 2006. El o la ciudadana modelo de la ministra del 2008, que ya tuvo su veranito, debiese darse por vencida cuando no le dan autorización para la marcha. Debe aceptar que le den cuatro cupos en una comisión de expertos compuesta por 81 personas. Debe mirar por la tele y sentirse bien de que las autoridades que no eligió (porque todavía no vota) se toman de las manos y firman un pacto que no representa sus demandas. Debe aceptar la mala educación que todavía recibe, porque todavía la LGE no se implementa. Debe leer la LGE para tener conciencia de los cambios que provocó, pero no puede hacerle críticas. Debe aceptar que a sus compañeros y compañeras les detengan, les peguen y les pasen por fiscalía militar si le botan el casco al carabinero o si muerden la mano que los sujeta por la fuerza. Debe aceptar participar de instancias de representación que no inciden en las políticas públicas, ni en las ordenanzas municipales, ni en las del colegio. Deben aceptar que cuando piden explicaciones no se le responda. Y más encima, cuando tenga al frente a la propia ministra de educación, a esa que le ignora, esa que por el cargo, representa todo lo que le oprime, margina, ignora y tergiversa; ahí, en ese momento, debe mantenerse flemática, pacífica. No debe ser emocional, menos violenta.
Nos cuesta pensar en una ciudadanía como ésa.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
ella merece la excomunion
Publicar un comentario